Carmen m. López Madrid | viernes, 17 de octubre de 2014 h |

Todos los modelos de gestión clínica impulsados han sufrido un cierto letargo en los últimos años, pero con la llegada de la crisis y la correspondiente preocupación por la sostenibilidad del sistema sanitario surge el planteamiento de que son los profesionales los únicos capaces de ajustar gastos sin alterar resultados.

Todos los modelos de gestión clínica impulsados han sufrido un cierto letargo en los últimos años, pero con la llegada de la crisis y la correspondiente preocupación por la sostenibilidad del sistema sanitario surge el planteamiento de que son los profesionales los únicos capaces de ajustar gastos sin alterar resultados. Con ello, la gestión clínica se sitúa de nuevo en el centro del debate, como una potencial solución a los problemas de sostenibilidad interna del sistema. Así lo considera José Ramón Mora, jefe de Desarrollo Directivo y Gestión de Servicios Sanitarios del Instituto Mixto de Investigación de la Escuela Nacional de Sanidad (Imiens), que explica que en el caso de la profesión enfermera, la nueva gestión clínica implicará una evolución en el profesionalismo en cuanto que implica innovar en la gestión de los cuidados y un esfuerzo en la adaptación a modelos organizativos. Esto supone asumir más autonomía y posicionamiento estratégico en los equipos clínicos.

En este sentido, aunque la formación en gestión clínica existe desde hace más de una década, la enfermería tiene una brecha muy importante en la formación, puesto que aunque ha realizado actividades aplicando informalmente la gestión en cuidados, no la tenía conceptualizada y, en consecuencia, no ha generado encargo de programas de aprendizaje. Para Mora esta situación está cambiando, “debido a la aparición de un alto nivel de competencias disruptivas enfermeras (innovación evolutiva académica y profesional) y ha comprendido que el eje de la excelencia en los cuidados pasa por el manejo y control de herramientas asociadas a la gestión”, indica. Por ello, en este momento se está produciendo una importante demanda de formación.

Desde esta perspectiva, el Imiens ha diseñado su oferta dirigida a formar expertos en gestión clínica médica, incorporando un diploma de especialización en gestión clínica en enfermería.

El RD de Gestión Clínica

Para el profesor de gestión clínica el ministerio ha cometido un gran error al dar paso al debate sobre la nueva gestión clínica consintiendo la segregación corporativa de las profesiones sanitarias. De este modo, considera que debe ser la autoridad política quien tome el liderazgo en primer lugar, pero con un “radar abierto en función de las necesidades de la población”. De este modo, espera que en la fase de regulación por las CC.AA. no sea replicado y se trabaje en aras del consenso y no del conflicto. Mora cree que “la enfermería debe y puede ofrecer el liderazgo en la gestión de líneas, unidades o áreas clínicas en cuya acción la cuota de dependencia de los cuidados en los pacientes sea alta y decisiva como eje de respuesta racional y eficiente a la demanda clínica”.

Nuevas fórmulas

La complejidad de la asistencia sanitaria es atendida por trabajadores desde la gestión del conocimiento. En ese sentido, exige un trabajo cooperativo entre los profesionales de las diferentes disciplinas, así como la integración de sus miembros en un equipo de alto rendimiento. No sólo esto, además, es imprescindible el soporte científico y tecnológico previamente validado y evaluado para conseguir buenas prácticas. Precisamente existen organizaciones que trabajan en red aplicando gestión clínica —aunque no estén constituidas formalmente como tal—. Según el experto, el ejemplo más paradigmático es la Organización Nacional de Trasplantes, la mejor marca nacional e internacional que tiene el SNS, un esfuerzo compartido con una meta clara, como es la resolución de una vida y además en cohesión territorial.

Mora aclara que las evidencias de que el papel de la enfermería es clave existen, eso sí, “cuando un equipo funciona, es porque médicos y enfermería tienen metas comunes”, matiza.

Por otra parte, en la práctica clínica existen experiencias que sin tener una formalización institucional se están llevando a cabo bajo el principio del profesionalismo. Estas unidades se organizan igual que si estuviesen formalizadas, con acuerdos de gestión entre gerencia y jefe del servicio. Funcionan mediante un modelo de gestión con enfoque de procesos, donde a partir de la arquitectura de dichos procesos, los mismos se estabilizan mediante vías o trayectorias clínicas y aplican gestión analítica de costes. Algunas comunidades autónomas han introducido este tipo de modelos, aunque es la Comunidad de Madrid quién más lo ha desarrollado. En este modelo la enfermería ha realizado grandes aportaciones, rediseñando planes de cuidados e introduciendo medidas de innovación inversa, con gestión de cuidados que aporta actividades más coste efectivas para el sistema. Los hospitales Infanta Cristina de Parla y el Universitario Puerta de Hierro, son un ejemplo de ello.

Andalucía

Cuenta con tres enfermeras que dirigen Unidades de Gestión Clínica en AP: ginecología y oftalmología en Almería y bloque quirúrgico en Málaga. Por lo que respecta a Primaria, de un total de 450 unidades, alrededor de 80 están dirigidas por enfermeras, lo cual supone un 18 por ciento del total.

País Vasco

Existe una unidad clínica gestionada por enfermería. Al igual que en el resto del SNS podemos identificar liderazgo claro en planes estratégicos nacionales como el plan de crónicos. Y si es a nivel de áreas, centros o servicios, el liderazgo es claro en el sector sociosanitario, en la hospitalización a domicilio y la gestión de redes y la gestión de casos.

Cataluña

Destaca la gestión de sus profesionales en modelos de gestión clínica con alta agrupación de servicios clínicos y en la hospitalización a domicilio.