Gaceta Médica Madrid | jueves, 26 de noviembre de 2015 h |

Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en colaboración con investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) , el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, la Universidad de Purdue en Estados Unidos y la Universidad de Luibliana en Eslovenia, han descubierto que la carga eléctrica de los virus no solo depende de su naturaleza estructural, sino también de la presencia o ausencia de ácidos nucleicos (ADN y/o ARN) en su interior.

Para llegar a esta conclusión, estos científicos han utilizado un microscopio de fuerzas atómicas (AFM, en sus siglas en inglés), capaz de medir la fuerza electrostática entre una punta nanométrica —situada al final de la micropalanca del AFM, mide unos 20 nanómetros de radio y se emplea como un sensor de fuerzas— y partículas víricas individuales, en un medio acuoso.

En concreto, el estudio, publicado en la portada de la revista Nanoscale, una publicación de la Real Sociedad de Química, establece que la carga eléctrica de los virus depende fuertemente de la estructura de la pared vírica —se han visto cargas de 1.200 y 300 electrones para el adenovirus humano y el virus diminuto del ratón, respectivamente—. Los valores obtenidos concuerdan además con las predicciones teóricas extraídas de los modelos de difracción de rayos X correspondientes a cada uno de estos tipos de virus.

Asimismo, se ha observado también que la presencia o ausencia de ADN en el interior de un virus altera de forma significativa su carga eléctrica. Así, por ejemplo, el bacteriófago phi29 incrementa su carga eléctrica de 250 a 400 electrones cuando empaqueta su ADN de doble cadena. Y esta segunda conclusión es en realidad el resultado clave de esta investigación, advierten los científicos responsables de la publicación.

Infecciones

El descubrimiento de que la presencia o no de ADN en el interior del virus afecta a su carga eléctrica es importante porque, como señalan estos investifgadores, ello implica que los virus que transportan su genoma (infecciosos) están sometidos a una fuerza electrostática diferente a los que no lo transportan y están vacíos (no infecciosos), un aspecto que podría ser “muy relevante” en las primeras fases de aproximación del virus a la célula huésped.

Así, esta investigación de la UAM podría servir para abrir nuevas vías de trabajo en el estudio de las fases iniciales del proceso de infección.