Gastroenterología/ Optimizando el manejo de la enfermedad por reflujo

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c. o. Barcelona | viernes, 25 de octubre de 2013 h |

El tratamiento de elección para la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), que afecta aproximadamente a un 15 por ciento de la población, son los inhibidores de la bomba de protones (IBP), “que han supuesto una revolución en el manejo de esta enfermedad respecto a lo que teníamos previamente”, asegura Carlos Martín de Argila de Prados, del Servicio de Gastroenterología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid. Sin embargo, ‘¿Cumplen los IBP las expectativas terapéuticas en el manejo de la ERGE?’, es el título de la mesa redonda que Almirall S.A. organizó en el marco del 35º Congreso Nacional SEMERGEN, en Barcelona.

Y la respuesta es que, aunque son muy eficaces y selectivos para inhibir la secreción de ácido gástrico, “se ha comprobado que hay algunos aspectos de la enfermedad que no se manejan de forma completamente eficaz”.

Como puntualizó Martín de Argila, estos fármacos no cubren las 24 horas de la secreción ácida gástrica, no logran inhibir de forma rápida los síntomas, pues tardan horas en hacer efecto e incluso días para actuar de forma realmente eficaz, y se ha visto que hay cierta variabilidad en la eficacia dependiendo del fenotipo que tenga el paciente a nivel de metabolismo de los IBP.

Aunque se están desarrollando nuevos IBP, de momento la alternativa para los pacientes con enfermedad por reflujo no erosiva con tratamiento a demanda o intermitente con IBP podría ser la terapia combinada, es decir, añadir un antiácido de acción rápida, como el almagato, al inhibidor de la bomba de protones.

Neutralizar la secreción

El mecanismo de acción del antiácido es neutralizar la secreción ácida gástrica, en lugar de inhibirla, y por ello hace que el efecto de la terapia combinada sea más rápido.

“En combinación con el IBP, pueden controlar los síntomas de forma precoz, y permiten controlar los síntomas que se escapen de la inhibición de la secreción del IBP, como la pirosis”, explica el experto, matizando que los antiácidos no son capaces de curar lesiones producidas por la enfermedad, como la esofagitis.

“En pacientes que no toman el IBP de manera continuada, sino cuando lo precisan, la adición de un antiácido les confiere una acción rápida en el control de la sintomatología, que sería mantenida por el IBP”, concluye Martín de Argila.