C. OSSORIO Barcelona | viernes, 04 de julio de 2014 h |

Las mujeres que cuentan con un reducido recuento folicular en el ovario presentan una consecuente baja respuesta a la estimulación ovárica, que se traduce en tasas de embarazo de un 10 por ciento aproximadamente en ciclos de fecundación in vitro (FIV).

Aunque ya existían datos en la literatura científica que sugerían la efectividad del tratamiento con andrógenos, bien con testosterona o con hidroepiandrostenediona —un fármaco que no está disponible en España—, en términos de mejorar la sensibilidad del ovario a la hormona estimulante del folículo (FSH), no se había realizado ningún estudio que comparase la eficacia de tres tratamientos activos en preparación folicular previa a la FIV.

Demostrar la superioridad de testosterona frente a otros dos brazos de estudio, con estradiol y un combinado de anticonceptivos y estrógenos, es lo que ha valido al equipo del Hospital La Fe de Valencia un premio de la Sociedad Española de Fertilidad, así como relevancia en el Congreso Europeo de Reproducción Humana y Embriología (Eshre), recién celebrado en Munich.

Según explica César Martínez, del grupo de investigación de Medicina Reproductiva del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, que ha coordinado el estudio junto a Alicia Marzal y Antonio Pellicer, de los tres brazos, el de testosterona obtuvo una tasa media de gestación del 31,8 por ciento, frente al 25 y el 20 por ciento con estradiol y el tratamiento combinado, respectivamente.

FIV previa

Ha sido un estudio de doble diseño con 99 mujeres en las que se llevó a cabo una primera FIV convencional. “El objetivo era comprobar cuáles eran realmente mal respondedoras, porque hasta ahora existía una falta de criterio sobre cómo definir esa baja respuesta”, apunta Martínez. De ellas, 66 cumplieron los criterios para entrar en el estudio.

En lo referente a los efectos secundarios relacionados con la testosterona, este experto aclara que, al tratarse de un tratamiento muy limitado en el tiempo —que no se prolonga más de cinco o seis días—, no se ha registrado ningún tipo de trastorno.

Puesto que hasta ahora se han probado distintas estrategias para abordar este problema que dificulta el éxito de las técnicas de reproducción asistida —bien a través de un mecanismo de sensibilización del ovario, o también mediante la sincronía folicular, es decir, buscando la homogeneidad de la talla de todos los folículos—, no existe hasta ahora una técnica de elección consensuada por los expertos.

Estrés oxidativo

En el campo de la transferencia embrionaria, la herramienta diagnóstica embrioscope se ha ido perfeccionando a lo largo de los años para mejorar la selección y, de hecho, desde el Grupo IVI publicarán próximamente un estudio pionero a nivel mundial que demuestra su efectividad en los resultados reproductivos. Sin embargo, un estudio que ha recibido el premio Grant for Fertility Innovation (GFI), concedido por Merck Serono en el marco del congreso, pretende combinar el conocimiento ya existente de selección embrionaria actual —que utiliza los tiempos de división del desarrollo embrionario— con valores de termo-quimioluminiscencia (Embryoscope-TCL Analyzer), con el fin de generar un nuevo algoritmo que afine aún más la selección o sea capaz de categorizar mejor los parámetros anteriores. La base de este proyecto gira alrededor del estudio de los radicales libres en el medio de cultivo, difíciles de analizar debido a que se trabaja con cantidades ínfimas (microlitros). “Estudiaremos qué nivel de estrés oxidativo presenta la muestra para calcular el impacto que puede tener en el desarrollo embrionario posterior”, explica Marcos Meseguer, embriólogo de IVI Valencia e investigador principal del proyecto.

¿El objetivo? Como indica el Meseguer, es difícil de establecer, pero el inicial sería sumar un 5 por ciento más de eficacia en obtención de tasa de embarazo a los resultados actuales del embrioscope.

La técnica nunca se ha aplicado en embriología, pero que ha permitido estudiar los radicales libres en oncología y patologías neurodegenerativas.

La transferencia de un embrión previamente analizado mediante screening cromosómico (CCS) está casi exenta de abortos espontáneos mientras que la transferencia del blastocisto sin realización de esta prueba en mujeres de entre 38 y 41 años es de un 42 por ciento, según informa el IVI. Así concluye, al menos, un estudio presentado en el Congreso Eshre por Carmen Rubio, directora del programa de Diagnóstico Genético Preimplantacional para anomalías cromosómicas de Igenomix. “Es de vital importancia que los embriones sean analizados antes de la transferencia para poder conocer si presentan alguna anomalía cromosómica, y con estos resultados, realizar la selección de embriones euploides o normales con el fin de mejorar los resultados clínicos”, declara.

En concreto, el análisis mediante CCS consiguió detectar un 81 por ciento de embriones anormales en el estudio, donde también se observó una ventaja significativa en las tasas de implantación, del 57,4 por ciento en el grupo CCS frente a 18,6 por ciento en la rama de transferencia normal del blastocisto. Hasta ahora, los métodos para la detección de aneuploidías usadas en el laboratorio no lograban mejorar la tasa de implantación de los embriones de forma tan significativa porque analizaban un número reducido de cromosomas, pero el empleo de arrays CGH permiten el análisis de los 23 pares cromosómicos para evaluar la viabilidad de los embriones.