Aproximadamente un tercio de los pacientes hematológicos que adquieren la COVID-19 fallecen, lo que supone una mortalidad muy elevada. Este es uno de los mensajes que ha transmitido el presidente de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), Ramón García Sanz, quien ha repasado las principales aportaciones de la hematología a la lucha contra la COVID-19.

Durante la jornada de divulgación ‘Hemato-Avanza: Aportaciones de la hematología en la lucha contra la COVID-19 ‘ organizada por la SEHH, con el aval de la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS) y en colaboración con Abbvie, Gilead, GSK y Novartis. Diferentes expertos han aprovechado el encuentro para hacer un balance y exposición de las dificultades que se han encontrado los profesionales de la hematología durante la pandemia.

La jornada ha estado vertebrada por las cuestiones más demandas en este ámbito en los últimos meses. En este sentido han destacado las dificultades que se han encontrado los hematólogos en los trasplantes y en las terapias CAR-T, el tratamiento con plasma de sujetos convalecientes o los trastornos de coagulación en COVID-19.

Pacientes y falta de información

Los expertos han explicado que la curva de incidencia durante la primera ola era muy similar a la de la población general y que los pacientes hematológicos estaban expuestos de la misma forma al virus. En este sentido, los pacientes hematológicos pueden estar más afectados por la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2. Según datos presentados por la SEHH, se estima que son más vulnerables, con peor evolución y mayor mortalidad en comparación con la población general. Sin embargo, los expertos continúan investigando para poder establecer datos determinantes próximamente.

En este sentido, uno de los factores que ha podido agravar el porcentaje de mortalidad es la falta de información, según el presidente de la SEHH. “A pesar de que hemos tenido que abordar otras pandemias a lo largo de la historia, ninguna ha sido con la virulencia y expansión que ha tenido esta”, ha señalado García Sanz. En este contexto, el experto ha explicado que en España tenemos “sorpresas continuas” porque cada país está evolucionando de una forma distinta y las consultoras sanitarias dan información global.

La SEHH ha participado en varios estudios durante estos meses y ha consolidado el LXII Congreso Nacional de la SEHH, que tuvo lugar en octubre, además de la publicación de artículos científicos con la información disponible en cada momento.

Complicaciones en trasplantes

Aparte de la falta de información, una de las principales dificultades a las que se han enfrentado los hematólogos ha sido la relacionada con los procesos de trasplante y de terapias CAR-T. Dentro de las patologías que precisen de procedimientos urgentes, los trasplantes suponen una carrera a “contrarreloj y con obstáculos”, según el coordinador de Complicaciones Infecciosas y No infecciosas del Grupo Español de Trasplante Hematopoyético, José Luis Piñana.

“Si no lo hacemos en un tiempo adecuado, el paciente puede recaer y no ser candidato de un procedimiento que supone una de las ultimas oportunidades que tiene para curarse”, ha explicado.

Además de las propias complicaciones que conlleva la búsqueda de donante, como la estabilidad que debe presentar el paciente para poder ser trasplantado, la llegada de la pandemia desestabilizó todos los procesos que se estaban desarrollando. En este sentido, Piñana ha destacado que la gestión de trasplantes en relación a la red del Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO) sufrió una “caída dramática” durante el comienzo de la pandemia. Uno de los principales motivos fue el cierre de las fronteras internacionales y las dificultades existentes para conseguir trasplantes. El experto ha explicado que la actividad de los procesos tuvo que reactivarse “con la mitad del equipo y con las complicaciones de estrés que suponía la COVID-19”.

“Nos ha generado mucho conflicto seleccionar a los pacientes, hemos considerado como casos urgentes aquellos en los que la enfermedad indicaba que no podían esperar más“, ha subrayado.

Factores de riesgo

El experto también ha presentado los resultados de un estudio llevado a cabo por el Grupo Español de Trasplante, en el que se han incluido pacientes con cáncer hematológico y pacientes trasplantados. un registro que abarca del 1 de marzo hasta el 15 de mayo, incluyendo más de 150 variables por paciente.

Los expertos analizaron los factores de riesgo respecto al desarrollo de una neumonía severa, aquella que requiere de oxigeno. En este sentido, Piñena destaca que la hipertensión aumenta el riesgo por dos, la linfopenia multiplicaba el riesgo por 1,7 y la inflamación en el momento del diagnóstico podría incrementarlo hasta un 2,7.

Asimismo, analizaron el riesgo por mortalidad como con la población general. En esta línea, observaron que los pacientes de más de 70 años el riesgo se multiplicaba por dos y en los pacientes que no habían podido ser tratados el riesgo se multiplicaba por tres, entre otros.

Con estos factores de riesgo, los expertos determinaron una escala pronóstica observando si presentaban 0, 1, 2 o más indicadores para ver “si eran capaces de discriminar la mortalidad de nuestros pacientes, en aquellos que también mostraban neumonía”, ha señalado Piñena.

En pacientes con enfermedad descontrolada, con mas de 2 factores de riesgo, presentaban un 80 por ciento de mortalidad, en cambio pacientes con enfermedad en revisión o controlada y sin factores de riesgo presentaban un 7 por ciento, que aun así continúa siendo más alta que la de la población en general.

COVID-19 y trombosis

La enfermedad tromboembólica es otra de las complicaciones frecuentes a las que se enfrentan los pacientes hematológicos. En España existen aproximadamente un millón de personas, cerca del 2 por ciento de la población, que están anticoagulados, según ha explicado el Jefe de servicio de Hemato-oncología del Hospital Universitario Morales Meseguer (Murcia), Vicente Vicente.

Los motivos principales son: tromboembolismo venoso, fribilación auricular o prótesis valvular. Desde la llegada de la COVID-19, las aportaciones y recomendaciones de los expertos no han descansado. En este sentido, destacan por ejemplo la flexibilización de ACODs en pacientes con Fibrilación Auricular, las estrategias para mantener la seguridad y la eficacia en pacientes coagulados o las Guías para la profilaxis y el tratamiento de complicaciones tromboembólicas.

El experto ha repasado la evidencia conocida hasta el momento y se ha detenido en un reciente análisis llevado a cabo por el servicio de hematología del Hospital de Viena, que ha valorado a 30.000 pacientes. Los resultados señalan que cerca del 14 por ciento de ellos desarrollarán un episodio tromboembólico en términos globales. El porcentaje es más alto en pacientes de UCI (23 por ciento) y en torno al 8 por ciento en pacientes que se encuentren en planta de hospitalización. “La enfermedad tromboembólica es un problema porque puede matar a estos pacientes”, ha insistido Vicente.

Cuestiones por resolver

Sin embargo, Vicente considera que existen algunas cuestiones por resolver relacionadas con la terapia anticoagulante. El especialista destaca la utilización de “dosis apropiadas”. Vicente ha señalado que no se conoce con certeza la cantidad de dosis que es preciso utilizar, especialmente en pacientes con alto riesgo de trombosis. Otra cuestión es cómo proceder ante pacientes que se encuentran en terapia anticoagulante y tienen retrombosis, o cómo actuar con los pacientes en UCI.

Por otra parte, el experto ha destacado el impacto en pacientes con sintrom, Vicente indica que aproximadamente el 37,5 por ciento de pacientes nuevos no han acudido a consulta. Por otro lado, los controles de revisión de la terapia anticoagulante han caído un 15 por ciento. “Esto tiene que ver posiblemente con que 246 han cambiado de antivitaminas K (AVK) a ACODs”, ha señalado el experto, lo que ha calificado como una “experiencia positiva” de la pandemia.

Plasma convaleciente

El plasma de personas convalecientes es otro de los temas de actualidad en la era COVID-19. La encargada de analizarlo durante la jornada de divulgación ha sido Cristina Arbona, directora del Centro de Trasfusiones de la Comunidad Valenciana.

La terapia con plasma convaleciente se basa en la administración de anticuerpos frente a un patógeno específico para que dichos anticuerpos puedan ejercer el efecto terapéutico por distintos mecanismos. Sin embargo, Arbona ha señalado que al llevar a cabo este tratamiento “no sólo administramos anticuerpos, también otras sustancias del plasma que pueden empeorar o ayudar en los resultados”.

Para poder considerar el tratamiento del plasma, la experta ha señalado distintos indicadores a tener en cuenta como los criterios de legibilidad. En este contexto, la especialista también ha destacado que para poder tener resultados fiables “es necesario administrar plasma de sujetos con un número elevado de anticuerpos”.

“El tratamiento con plasma de sujetos convalecientes es seguro”, ha indicado Arbona, “tras 60 millones de trasfusiones no ha habido contagios por COVID-19”.

Arbona ha señalado además que es posible que el beneficio sea limitado cuando la enfermedad está evolucionada. Por ello, “es más efectivo en la enfermedad moderada y en fases más precoces, así como en pacientes inmunosuprimidos”, ha concluido.


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