¿Qué evidencias existen a favor de la inmunidad preexistente ante el SARS-CoV2 en la población? Una cuestión que fue abordada durante la XXIX Lección Memorial Fernandez-Cruz. Como apuntó Eduardo Fernández-Cruz, jefe de Servicio de Inmunología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, las reactividades pre-existentes de las células T a los epítopos del SARS-CoV-2 en individuos no expuestos pueden mitigar el resultado de la infección. Es decir, menor carga viral, mayor inmunidad antiviral de las células T y menor morbilidad y mortalidad.

Otra de las evidencias se centra, como avanzó este experto, en la identificación de la actividad de neutralización cruzada con otros Sarbecovirus (SARS-CoV-1 y SARS-CoV-2) de subgéneros de beta-coronavirus, contra el SARS-CoV-2 en la inmunoglobulina intravenosa actualmente disponibles  en plasma obtenido de los donantes de Estados Unidos y Europa, desde marzo de 2018 hasta octubre de 2019.

La inmunidad cruzada

A esto, hay que añadir, la inmunidad protectora observada en células T CD4 + con reactividad cruzada en varios modelos animales y en otros virus pandémicos como es el caso de la gripe.

Respondiendo a esta pregunta, Fernández Cruz recordó que los donantes expuestos que mostraron sero-reactividad de anticuerpos al coronavirus del resfriado común podrían haber asociado células T de pan-coronavirus pre-existentes capaces de reconocer a los epítopos del SARS-CoV-2. “En individuos convalecientes con COVID-19 y no expuestos, las células T CD4 + específicas del SARS-CoV-2 presentan reactividad cruzada con péptidos conservados con un alto grado de homología de secuencia de otros beta-coronavirus humanos (grupos de epítopos de base amplia)”, explicó. El experto avanzó que sí se ha observado algún grado de inmunidad al coronavirus de reacción cruzada en la población humana. Algo que puede influir en el curso de la infectividad del SARS-CoV-2, y que es probable que tenga un impacto en la dinámica futura de la epidemiología de la pandemia”.

El desarrollo de la inmunidad

Con este escenario y con el foco puesto en la inmunidad de grupo parecen evidentes los nuevos desafíos que existen en el desarrollo de vacunas para virus emergentes. Adolfo García-Sastrecodirector del Global Health & Emerging Pathogens Institute y del Icahn School of Medicine del Mount Sinai, ahondó en la ruta que se está siguiendo hacia la vacuna. Como recordó García Sastre “estamos intentando comprimir los 15 años que dura el desarrollo de una vacuna normal en un periodo de 10 meses o año y medio”. Lo que no significa, recuerda, que se estén tomando atajos, sino que todo se condensa en el mínimo tiempo para estar seguro de tener  una candidata segura.

En estas semanas, los estudios preclínicos se están combinando. Además se está contando con información basada en datos que ya se conocían, y los estudios de fase II y fase III se están solapando, precisamente, para agilizar este proceso. “Aún así hay muchos obstáculos: algunos de los que van primero nunca han producido vacunas homologadas”, recuerda García-Sastre. Se trata de vacunas que utilizaban tecnologías nuevas y todavía no está claro cómo se adaptarán a producción a gran escala.

Además, este experto apunta a la distribución. “Algo que no debe olvidarse porque es un reto”. Tras esto, la priorización en las vacunas así como las campañas de concienciación.

En cuanto a la inmunidad, el experto considera que se necesita tiempo para la seroconversión. “Todavía no está claro si se necesitarán dosis de refuerzo”, apuntó. Aunque, en la mayoría de los ensayos clínicos actuales, sí que se están utilizando.

Son necesarias 16.000 millones de dosis

En total, son necesarias 16.000 millones de dosis de la vacuna. Teniendo en cuenta esto… ¿cómo sería la vacuna ideal? “Aquella que ofrece protección duradera contra el contagio y en todos los grupos de la población”, explicó García-Sastre. Sin embargo, asumiendo que esto no será posible, “una vacuna con protección parcial nos ayudaría a reducir el número de infecciones hasta alcanzar un punto más manejable de la enfermedad”.

El futuro

Con este contexto… ¿en qué punto estamos? “Los primeros resultados de fase I y fase II son halagüeños”, recordó este experto. Además, todos los ensayos III han comenzado. No obstante, no hay que olvidar que existen otras vacunas de reserva “en el banquillo”.

Las cuestiones que se abren ahora son: ¿Qué niveles de anticuerpos serán necesarios? ¿Dónde nos conducirán los ensayos en fase III? ¿Cómo fabricar rápidamente el número de dosis necesarias y quiénes deberían ser los primeros grupos prioritarios para la inmunización?

Como apuntó García-Sastre para que funcione una vacuna no solo tiene que ser eficaz. “Tiene que ser utilizada porque si no se utiliza no sirve de nada. Este es uno de los retos de la pandemia”.