Los expertos analizan las vías para evitar este desenlace en más de 35.000 personas al año en nuestro país

De forma ocasional, la muerte súbita de un deportista o de un personaje famoso sitúa este problema de salud pública en un primer plano mediático y despierta el interés social. Otras veces simplemente se confunde desde estos ámbitos la muerte súbita con un infarto, eclipsando así una realidad que los especialistas observan en los hospitales españoles cada día y difuminando el peso de un problema cuyo abordaje exige visibilidad, campañas de información y formación en reanimación cardiopulmonar y un mejor acceso a los recursos de prevención disponibles.

Para analizar todo ello un grupo de expertos y pacientes, reunidos por Gaceta Médica,, han celebrado un café de redacción bajo el título “Incidencia de muerte súbita en España y su tratamiento”. El encuentro contó con la participación de Miguel Ángel Arias, director de la Unidad de Arritmias y Electrofisiología Cardiaca del Hospital Virgen de la Salud de Toledo, de Jordi Trias de Bes, cardiólogo y colaborador de la Asociación Española contra la Muerte Súbita José Durán#7, y Juan Manuel Ortiz, presidente de la Alianza General de Pacientes.

La muerte súbita se define como el fallecimiento que se produce en la primera hora desde el inicio de los síntomas o el fallecimiento inesperado de una persona aparentemente sana que vive sola y se encontraba bien en plazo de las 24 horas previa. Bajo ese paraguas pierden la vida cada año alrededor de 35.000 personas en nuestro país.


Miguel Ángel Arias
Director de la Unidad de Arritmias del Hospital Virgen de la Salud (Toledo)
“España está en el vagón de cola de Europa en el uso de desfibriladores automáticos implantables”


Miguel Ángel Arias explica que no se manejan datos de incidencia muy actualizados. Se calcula que oscila entre los 30.000 y los 45.000 casos. “En 1999 se hizo un estudio que no se ha vuelto a actualizar, pero que establece que entre el 10 y el 12 por ciento de las muertes globales son por esta causa”, subraya.

Arias añade que en la gran mayoría de los casos no hay una enfermedad conocida. “Si se hubiese indagado se habría conocido la causa, pero en algunos pacientes no se llega a saber nada”, advierte. Existe, no obstante, un mayor margen de maniobra en una minoría de pacientes en los que se sabe que puede pasar. Es población con un gran riesgo de sufrir una muerte súbita, explica, y donde podemos poner el foco para identificarlos y hacer lo que esté en nuestra mano para prevenirla, expone.

El especialista añade que aunque tiene un mayor impacto y visibilidad cuando sucede en jóvenes, especialmente en deportistas, la mortalidad es mayor en adultos a partir de 50 años con patología cardiaca estructural.


Jordi Trias de Bes
Cardiólogo de la Asociación Española Contra la Muerte Súbita José Durán#7
“El 80% de estas muertes en jóvenes son asintomáticas. Si se diagnostica una patología en vida, se puede hacer mucho”


Revisiones sistemáticas

Por su parte, Jordi Trias de Bes recuerda que a partir de los 35 años la mayoría fallecen por enfermedades cardiovasculares, en especial por cardiopatía isquémica. Por debajo de esa edad, matiza, por enfermedades hereditarias o congénitas. Desde la Asociación Española contra la Muerte Súbita José Durán#7, en la que colabora el cardiólogo, se dedican fundamentalmente a este segundo grupo.

Trias de Bes subraya que es un firme defensor de hacer revisiones. “Con un simple electrocardiograma, auscultación e historia familiar en uno de cada 300 jóvenes detectamos una cardiopatía que puede ser letal”, expone. La mayoría acabarían con una fibrilación ventricular si no se diagnostican a tiempo. “Mejor identificarlos en vida, que se pueden hacer muchas cosas, que conocer un diagnóstico por autopsia cuando es demasiado tarde”, sentencia el especialista.

En su opinión, es labor de todos concienciar a la sociedad de que es algo que está ahí: “No es un problema oculto, aunque lo parezca”, indica.

Juan Manuel Ortiz, presidente de la AGP, Jordi Trias de BES, cardiólogo y colaborador de la Asociación Española Contra la Muerte Súbita José Durán#7, y Miguel Ángel Arias, director de la Unidad de Arritmias del Hospital Virgen de la Salud.

A pesar de las dificultades , la muerte súbita se puede prevenir. Miguel Ángel Arias explica que el tipo de intervención de prevención depende de la población a la que vaya dirigida y del subgrupo de pacientes. El cardiólogo cita como ejemplo el ámbito deportivo. En otros países, asegura, para poder hacer un deporte reglado y competititivo hay que pasar pruebas de detección. Se hace un electrocardiograma y si es necesario se amplía el estudio. “No se concibe que nadie pueda inscribirse en una maratón con su dorsal y que nadie haya comprobado que hay unos estándares mínimos”, remarca.

Sobre este punto, Trias de Bes recuerda que hay autores que sostienen que a las personas mayores que quieran participar en una carrera popular o actividad deportiva se les ha de asignar una puntuación de factores de riesgo. Desde su asociación, a este grupo seleccionado se les realiza un electrocardiograma, una prueba de esfuerzo máxima y se completa con otras pruebas en caso de que sea necesario, detalla.

Población general

Con respecto a la población general, insisten en que no es necesario generar alarma. Por ejemplo, Arias recuerda que las personas mayores con cardiopatía isquémica ya están en manos de profesionales que deben identificar el riesgo para implementar medidas terapéuticas.

En relación a la prevención secundaria, el experto añade que apenas un cinco por ciento de los afectados sobreviven. “La probabilidad de que se recuperen es muy baja, porque es difícil que les suceda cuando están acompañados y que puedan tomar medidas inmediatas de reanimación cardiopulmonar básica”, detalla. En estos pacientes, remarca, la única medida que puede salvarles la vida es un desfibrilador automático implantable (DAI); no hay ningún fármaco ni ninguna intervención tan efectiva como esta”, indica.


Juan Manuel Ortiz

Presidente de la Alianza General de Pacientes

“Es fundamental que se incorpore la formación en reanimación cardiopulmonar en las escuelas”


En este sentido, todos los participantes, entre ellos el presidente de la Alianza General de Pacientes, Juan Manuel Ortiz, coinciden en la importancia de proporcionar formación en reanimación cardiopulmonar también en las escuelas, y de contar con desfibriladores en colegios, lugares públicos y empresas con una adecuada formación del personal que permita usar estos dispositivos en caso de que sea necesario.

En opinión de Jordi Trias de Bes, cuando la indicación es la acertada, el DAI constituye un seguro de vida. “El 80 por ciento de estas muertes en jóvenes son asintomáticas. Hay patologías de tipo eléctrico, pero también estructurales y en cada una de ellas, si se descubre en vida, hay mucho por hacer. Muchas veces es un desfibrilador”, sostiene.


La visibilidad social es todavía muy reducida, salvo cuando el protagonista es un personaje público


Para Miguel Ángel Arias, es básico identificar a los pacientes con un mayor riesgo para ofrecerles la opción de este dispositivo, y hay que tener en cuenta que incluso identificando bien a estos pacientes, solo una minoría terminarían falleciendo por muerte súbita. “La manera de intentar que no escape la mayoría es tratar considerablemente a más de los que lo tendrían, porque a día de hoy no tenemos esa precisión”, cita.

El especialista añade que en nuestro país estamos muy por debajo de las cifras de otros países europeos en el uso de los DAI. “España está en el vagón de cola y aunque ha aumentado el número de implantes en los últimos años también lo ha hecho en otros países, no hemos ganado posiciones. Lo ideal sería estar en la media, ni por arriba, ni por debajo”. Según su visión, hay muchas variables económicas y de acceso al especialista que pueden explicar estas diferencias. “Tenemos que aspirar a la media. Nuestro esfuerzo no está en implantar cada vez más DAI, sino en que quienes están en riesgo estén protegidos”, indica.


Los expertos abogan por seleccionar a los pacientes con mayor riesgo y valorar un tratamiento con un DAI


Ventajas de los nuevos DAI

Los nuevos desfibriladores subcutáneos S-ICD aportan ventajas interesantes. La principal, en palabras de Arias, es que protegen a los pacientes de una manera menos invasiva. “Los problemas relacionados con llevar parte de ese dispositivo dentro del sistema cardiovascular se ahorran. “Cuando se implantan cables dentro del corazón es necesario tener un acceso vascular para resolver problemas que tarde o temprano llegan, porque todo tiene una durabilidad y a los 15 años hay un porcentaje muy alto en los que empiezan a disfuncionar”, advierte.


Evitar el problema con los cables endovenosos es la clave para tener una terapia más accesible


Según su experiencia, esta sería la novedad más importante. El tamaño, en su opinión, sigue siendo una limitación. Se pueden poner en niños, explica, y aunque se publican algunos casos como una novedad, no deja de ser algo complejo y anecdótico, aclara.

El cardiólogo subraya que la experiencia está siendo positiva y se avanza para minimizar los problemas con el propio dispositivo. De entrada, remarca que “evitar el problema con los cables endovenosos es la clave para tener una terapia más accesible a los pacientes y pensarlo menos en determinados grupos de pacientes.


Entre el 10 y el 12% de las muertes globales se pueden atribuir a esta causa, según un estudio de la SEC