La terapia oral en el cáncer es una realidad en la actualidad. Terapias dirigidas que permiten mejores opciones de atención a estos pacientes, unidos a una administración de quimioterapia más flexible. En definitiva, los medicamentos orales contra el cáncer tienen el potencial de impactar positivamente en la experiencia del paciente y en los resultados del cáncer. Sin embargo, los desafíos que presentan también son importantes: accesibilidad, monitorización y adherencia.

Con respecto a esta última cuestión, durante el Congreso ASCO20 se han presentado datos de cómo es la adherencia en pacientes con cáncer. Así lo avanzó durante una sesión oral Katherine Elizabeth Reeder-Hayes, de North Carolina Comprehensive Cancer Care Center.

Reeder-Hayes ha puesto el ejemplo de la terapia endocrina. ¿Qué datos hay? Según esta experta la adherencia en este tipo de pacientes es baja. Además, hay que tener en cuenta que los pacientes mal tratados tienen una supervivencia general inferior. Del mismo modo, la duración de la terapia endocrina afecta a la recurrencia de la enfermedad.

Datos de adherencia

Los datos son claros: “Entre el 15 y el 50 por ciento de las mujeres nunca comienzan esta terapia; entre el 28 y el 59 por ciento de los pacientes que van a iniciar el tratamiento no cumplen con la prescripción; y entre el 27 y el 69 por ciento interrumpen de manera precoz el tratamiento”.

La experta, asimismo, avanzó más datos sobre adherencia, resultado del estudio Yanez, un subestudio del Tailor X. Según los datos, alrededor del 20 por ciento interrumpió la terapia endocrina temprana. Los predictores de interrupción incluyeron datos demográficos, mayores de 40 años; historia de depresión; por causas de bienestar físico y social; y por la carga de efectos secundarios. Además, los pacientes no tratados con quimioterapia tenían un mayor riesgo de interrupción temprana.

Este estudio, tal y como indicó esta experta, ha contado con un riguroso seguimiento longitudinal. De ahí la importancia de estos datos. Sin embargo, viene a dejar algunas lagunas e interrogantes que ponen sobre la mesa, a su juicio, la necesidad de prestarle atención. ¿Por qué los pacientes sin quimioterapia tienen un mayor riesgo de pérdida de adherencia? ¿Cuentan con un bajo beneficio percibido del tratamiento? ¿Reacción conductual a un mayor riesgo de recurrencia?

Reeder-Hayes explica que la interrupción médicamente documentada en estos datos es probablemente la “punta del icerberg” de la falta de adherencia.

Ante estas cuestiones además, la experta enumeró las fórmulas disponiles para detectar la baja adherencia: desde el historial médico, pasando por la alta carga de síntomas, hasta la pregunta directa al paciente.