y por la diabetes

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Una bicicleta y 3.200 kilómetros por delante. Esa distancia ha sido la que, sobre dos ruedas, ha recorrido Paul Farrelly, un deportista británico, tras pasar por 12 países europeos en donde se ha topado con colinas empinadas y malas condiciones meteorológicas. Una hazaña difícil de superar para cualquier persona. Y más, si esa persona cuenta con una dificultad añadida: ser diabético. Desde que le diagnosticaron diabetes tipo 1 en el año 2000, Paul ha tenido que controlar sus niveles de glucosa en sangre varias veces al día. Pero ese motivo no le ha impedido emprender tal desafío.

Ayudado de un mapa de carreteras, una brújula, un medidor de tiras integradas Breeze 2, de Bayer HealthCare, y el apoyo continuo del equipo médico, ha conseguido llegar con su bicicleta desde Portsmouth (Reino Unido) hasta Estambul (Turquía) en un mes. “Quería demostrar que las personas con diabetes pueden llevar una vida normal y conseguir sus metas aunque tengan una enfermedad crónica”, asegura. Su ruta cambiaba todos los días debido al tiempo o al estado de las carreteras, tuvo algún que otro pinchazo inesperado en las ruedas e incluso se quedó sin alojamiento en un hotel. Y, como cualquier persona, sufrió un desgaste físico. “Decidí escuchar a mi cuerpo —cuenta— y si tenía que tomarme un día de descanso lo hacía. Además, gracias a mi medidor con autocodificación de Bayer pude controlarme los niveles de azúcar con regularidad para mantenerlos constantes”.

La experiencia le ha mostrado las “muchas caras diferentes pero muy interesantes que tiene Europa”, dice. Aunque, enfatiza, el colofón final llegó en la última recta, cuando cruzó el estrecho del Bósforo (Turquía) acompañado de un grupo de ciclistas de la Federación Turca que se unieron a él en la última etapa. “Todo el mundo estaba saludándome y había un escenario con una rampa para mi bici. ¡Parecía el Tour de Francia!”.