Ante un posible escenario de coinfecciones ocasionadas por el virus SARS-CoV-2 y el virus de la gripe, lo más destacado son las repercusiones que podrían acarrear en el entorno sanitario. Esta situación pone el foco en el nivel de vigilancia epidemiológica existente y en la importancia de la vacunación de la gripe en la campaña de este año.

Así lo ha señalado el virólogo y consejero científico, Raúl Ortiz de Lejarazu, quien ha aprovechado su intervención durante la sesión científica extraordinaria ‘Estrategias de vacunación frente a la gripe’, organizada por la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME). En la jornada también ha colaborado Sanofi a través de la Cátedra de Investigación en vacunas de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).

“La gripe desafía anualmente a la especie humana, hay algunos años que es más grave pero es imprevisible y no se puede anticipar”, ha destacado Lejarazu. El experto ha subrayado además que el SARS-CoV-2 es un virus que “ha venido para quedarse”, por lo que será necesario replantearse un contexto en el que convivan ambos.

Mutación del SARS-CoV-2

En relación al SARS-CoV-2, Lejarazu ha destacado una mutación del virus que afecta a la espícula viral, proteína del virus donde se unen los receptores celulares. Esta mutación ha permitido a la espícula tener una conformación “más abierta, que hace que el virus penetre con más facilidad en las células y tenga más éxito replicativo”, ha explicado.

A pesar de ello, el virológo ha señalado que “hay poca evidencia acerca de lo que pueda suponer esta mutación en las vacunas”. Sin embargo, destaca que algunos ensayos previos, realizados con el virus mutado, han probado que “la sustitución de aspartato por glicina en la posición 614 aumenta la susceptibilidad a la neutralización, es un virus que se neutraliza mejor”.

Esto se debe a que la mutación 614 hace que el virus se multiplique “por dos o por tres, más rápidamente”, ha indicado el experto. Por este motivo, “es un virus que sin ser más virulento o más patogénico, es un virus que se excreta, se replica y se reproduce con más facilidad” lo que provoca que sea mayor el número de personas potenciales a infectarse.

Presión biólogica sobre el virus

Ante esta posibilidad de mayor infección, Lejarazu señala que la presión biológica sobre el virus es determinante para consolidar la respuesta inmune. En este sentido, si se ejerce la presión social sobre el virus, se impide la transmisión comunitaria, pero, a su vez, esta situación supone tener poca presión biológica sobre el virus. A medida que el virus del SARS-CoV-2 contagia, se va adaptando a cada huésped, lo que ha provocado “mutaciones adaptativas”, ha indicado Lejarazu.

El, también, director emérito del Centro Nacional de la Gripe en Valladolid ha explicado que la presión biológica sobre el virus vendrá sobre la respuesta inmune del nuevo huésped, es decir, los humanos, una presión que “puede apoyarse con la vacunación, independientemente de otras interacciones”.

En relación a otros coronavirus como el del SARS, la extinción biológica producida “no puede verse en estos momentos”, porque no cumple los mismos supuestos que coronavirus anteriores. En este sentido, “el SARS era un virus que era infeccioso a partir del segundo día, lo que permitía aislar a los pacientes para impedir contagios, pero en este caso no puede verse”, ha explicado.

Ante esta “ventaja evolutiva” que ha ganado el virus durante los meses de pandemia, Lejarazu propone como solución la “estacionalización: domesticar al virus”. Sin embargo el virólogo reconoce que es un proceso lento que puede llevar años. A pesar de ello, esta posible solución dependerá de la respuesta que obtenga el virus en la actualidad.

Domesticar el virus

“Si es transitoria y corta, el virus tendrá brotes invernales, pero al cabo de muchos años. Los coronavirus endémicos que cirulan entre nosotros tienen un tiempo de aparición de 2 a 7 siglos en humanos, por lo que si tenemos una vacuna protectora, que además evite el estado de portador, el virus tendrá que mutar dramáticamente o que desaparecer”, ha destacado Lejarazu. A pesar de su explicación, el científico reconoce que “esta opinión es más teórica que verdadera”, ya que, en estos momentos, “no tenemos ninguna experiencia con el virus”.

A pesar de esto, el virólogo ha destacado en su presentación el cultivo de virus en presencia de anticuerpos neutralizantes, que “es capaz de seleccionar mutantes de escape”, aunque la trascendencia de este hecho está por comprobar.

La tormenta perfecta para el SARS-CoV-2

Independientemente de los estudios que demuestren la efectividad de neutralización del virus, el científico insiste en la coexistencia de ambos virus en un futuro.

Ante esta situación, Lejarazu define como “la tormenta perfecta” a la posibilidad de que se produzca una epidemia de gripe dentro de una pandemia como la COVID-19. Esta situación sería especialmente vulnerable en los países desarrollados que tienen patologías crónicas como la obesidad o la diabetes, enfermedades que lesionan el endotelio. En estos tejidos se encuentran los receptores ACE-2, la enzima convertidora de angiotensina 2, que tiene importancia en la evaluación final del virus.

En el contexto de una posible coexistencia, los expertos se plantean diferentes opciones desde el punto de vista académico. En primer lugar, investigan la posible sinergia de factores patogénicos producidos por la infección de los dos virus de forma simultánea. Por otro lado, se plantea la posibilidad de que la gripe sea un vector que facilite la difusión por COVID, ya que el virus de la gripe produce una regulación al alza de los receptores ACE-2 que son “cruciales” en la infección por SARS-CoV-2, ha expuesto Lejarazu. Otra posibilidad que barajan los expertos es la gravedad de las neumonías originadas por los virus, que “compiten por la misma población”, ha indicado.

“A medida que progresamos, la sociedad es más mayor, por lo tanto la presencia de patologías crónicas subyacentes aumentan los porcentajes de infección”, ha destacado el virólogo, que insiste en la importancia de la vacuna en el contexto de COVID-19, tanto por “razones fisiopatogénicas, epidemiológicas y clínicas”.

Reposicionamiento de la vigilancia de la gripe

Por último, el virólogo ha aprovechado su intervención para destacar otra “gran preocupación”: las muestras de virus de la gripe que determinan la vacuna de la próxima campaña. En esta línea, Lejarazu destaca la situación vivida en los países del hemisferio sur, donde la incidencia del virus de la gripe ha disminuido en relación a otros años.

“Entre abril y julio, en los países del hemisferio sur se han aislado 48 cepas de gripe de un total de aproximadamente 90.000, lo que supone un 0,05 por ciento y es rídiculo”

El científico destaca que el porcentaje aislado en campañas de la gripe anteriores ha llegado a 15 por ciento, por lo que el porcentaje correspondiente a este año en el hemisferio sur y el posible escenario que se produzca en los países del norte es “algo que realmente me preocupa”, ha concluido.


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