Salud para todos. Salud entre todos (Miguel Javier Rodríguez Gómez)

Miguel Javier Rodríguez Gómez, consejero de Sanidad de Cantabria

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Por Miguel Javier Rodríguez Gómez, consejero de Sanidad de Cantabria.

La ciencia ya ha demostrado que la inversión en salud es la que mejor retorno tiene; la economía de la salud y el bienestar, además de ser el eje que articuló la presidencia finlandesa de la Unión Europea, es la economía basada en el aumento de productividad de trabajadores y trabajadoras sanas, en el aumento de competitividad de las regiones más sanas en un mundo globalizado, en la economía del conocimiento generado por sistemas sanitarios punteros, innovadores y fuente no solo de salud, sino de empleo y de riqueza.

En salud solo se invierte. En salud solo se invierte porque la salud es la base que nos posibilita todo lo demás. La salud no es un capricho. La salud no es una opción, es lo que nos permite desarrollar al máximo nuestro potencial como individuos y como sociedad. Es por tanto internacionalmente aceptado que, para que la economía siga creciendo debemos invertir en salud, invertir para que Cantabria tenga el mejor estado de salud posible, la salud que necesitamos para que esta región se desarrolle al máximo de sus posibilidades.

Pero no podemos quedarnos solo ahí. La sabiduría popular nos lo recuerda: “es mejor prevenir, que curar”. La prevención ha de ser, y será, uno de los pilares de esta Consejería. Prevenir es, sin duda, lo más inteligente cuando hablamos de la cuidar nuestra salud. No solo prevenir, sino también promover las fuentes de salud. Promover la salud ha estado históricamente asociado a las poblaciones más jóvenes y sin embargo la evidencia científica ya ha demostrado que enfermedades consideradas inexorables y asociadas a la vejez, son prevenibles. Es por ello fundamental que sigamos invirtiendo esfuerzos no solo en el tratamiento, sino en la prevención en todas las fases de la vida, incluyendo a los mayores. Prevenir la enfermedad más allá de los 60 años no solo es posible, es muy necesario.

Es algo muy repetido que uno de los grandes retos de este siglo es el envejecimiento de la población, algunas proyecciones del banco mundial sitúan a España como el país más envejecido del mundo en poco más de 20 años.

“En salud solo se invierte porque la salud es la base que nos posibilita todo lo demás. La salud no es un capricho. La salud no es una opción, es lo que nos permite desarrollar al máximo nuestro potencial”

Nuestra esperanza de vida es sin duda producto del éxito de nuestro Estado de Bienestar, pero no se trata de añadir años a la vida, sino vida a los años. No todos los cántabros y las cántabras envejecen igual, sabemos que las personas que tienen vidas más desfavorecidas tienen vejeces más desfavorecidas.

La atención a las personas mayores y a sus familias, no sólo genera una gran demanda de recursos sanitarios y sociales, también grandes pérdidas de oportunidad por la salida del mercado laboral de las cuidadoras y digo cuidadoras porque generalmente son las mujeres las que asumen este rol.

Todo este horizonte es alcanzable, pero pasa por una debida y meditada regulación legislativa. Hasta la fecha, la actividad legislativa de la Comunidad Autónoma de Cantabria, en el ámbito de la salud, se había centrado fundamentalmente en la ordenación y atención sanitaria y en el régimen jurídico del personal estatutario.

Sin embargo, hasta ahora, la salud pública (entendida de manera integral, en su más amplio sentido), se encontraba huérfana de regulación específica, más allá de la desfasada Ley de Prevención, Asistencia e Incorporación Social en Materia de Drogodependencias de 1997.

Así las cosas, creemos que el establecimiento de un régimen regulador de la salud pública en nuestra Comunidad Autónoma deriva de un doble objetivo: En primer término, la necesidad de implementar y desarrollar la legislación básica recaída en la materia, adaptándola a las singularidades autonómicas.

Pero junto a este objetivo institucional, a través de la Ley perseguimos también una finalidad de naturaleza eminentemente salubrista: utilizar la Ley como herramienta útil para la consecución del más alto grado de bienestar físico, psíquico y social de la población de Cantabria, teniendo en cuenta los distintos aspectos que condicionan la salud, y atendiendo especialmente a los colectivos más vulnerables por su edad, género, discapacidad, etnia, condición socio-económica y entorno educativo y ambiental.

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Si el reforzamiento de la salud pública constituye una de las apuestas inequívocas de esta legislatura, el modo de conseguirlo no es menos importante. En este sentido, pretendemos que la participación comunitaria en la formulación de políticas de salud forme también parte del ADN de esta Consejería.

Esta identidad genética tiene como corolario la potenciación del concepto de democracia sanitaria; categoría que no solo tiene que ver con la universalidad en el acceso, sino también con la propia construcción colectiva del derecho a la protección de la salud. En este sentido, la ley proyectada pretende institucionalizar, reforzar y actualizar la participación de agentes como asociaciones de pacientes, asociaciones de consumidores y usuarios, municipios, colegios profesionales, organizaciones empresariales o sociedades científicas, entre otros.

Precisamente por ello, en el proceso de la elaboración de la propia Ley se pretende contar con las aportaciones de dichos colectivos, fomentando a su vez la transparencia y la rendición de cuentas como herramientas imprescindibles en un sistema de democracia sanitaria. La finalidad última es permitir que el conocido lema de la OMS “Salud para todos”, se vea completado en nuestra Comunidad Autónoma con una segunda formulación no menos sugerente y relevante: “Salud entre todos”.