¿Existen diferencias en la atención sanitaria según el sexo?

La diferencia de sexo y la forma en la que las enfermedades aparecen pueden estar condicionando el retraso y los errores diagnósticos. Esta es una de las principales conclusiones del informe ‘Sesgos de género en el esfuerzo terapéutico: de la investigación a la atención sanitaria‘, que publica el último número de la Revista Española de Farmacia Hospitalaria.

Asimismo, el proceso de enseñanza-aprendizaje durante la formación universitaria es otro de los factores que derivan de “una generación de conocimiento sesgada”, según indica el documento. Por este motivo, el informe pretende llevar a debate cuestiones relacionadas con la farmacia hospitalaria en perjuicio de las mujeres, como por ejemplo: los medicamentos, el consumo, la prescripción de fármacos biológicos, entre otros.

Los sesgos de género se definen como “la diferencia en el tratamiento de hombres y mujeres con un mismo diagnóstico clínico, pudiendo tener consecuencias positivas, negativas o neutras para la salud”.

La terapia farmacéutica se enfrenta a múltiples retos en la actualidad, uno de ellos los sesgos de género. El informe no pone en duda la contribución de la industria farmacéutica a la mejora de los procesos patológicos con la realización de ensayos clínicos. Sin embargo, las autoras del informe señalan la necesidad de utilizar “una muestra adecuada de mujeres y hombres, que sea representativa de la población potencialmente consumidora”.

Las autoras destacan la importancia de indagar en el potencial sesgo de género, en perjuicio de las mujeres, más allá del consumo de fármacos y la responsabilidad de consumo.

Desigualdad de género en fármacos

A la hora de prescribir los medicamentos, existen algunos factores que “no se tienen en cuenta”, indican las profesionales de la SEFH. Según el sexo del paciente, las respuestas a medicamentos varían, ante esto, las autoras señalan que estas respuestas “han sido sistemáticamente obviadas”.

Un ejemplo es el peso corporal, los hombres pesan más que las mujeres, un hecho que “puede afectar al volumen de distribución y a la concentración plasmática de medicamentos”, señala el documento. Sin embargo, las autoras señalan que poco “pocos medicamentos se dosifican según el peso“.

Asimismo, existen medicamentos que tienen como principales consumidoras a las mujeres, como los antidepresivos, hipnóticos, ansiolíticos, antipsicóticos y anticonvulsivantes. A pesar de ser más demandados por las mujeres, estos medicamentos “no han analizado la influencia de las fluctuaciones hormonales femeninas como la menstruacción o el embarazo”, señalan.

Desigualdad científica

El informe hace referencia a un término acuñado recientemente: “desigualdad científica”, con la intención de explicar que hasta en la década de los 90, las mujeres no participaban en los ensayos clínicos necesarios para autorizar un medicamento. De la misma forma, los animales incluidos en las fases preclínicas eran preferentemente machos.

Estas circunstancias podrían explicar “la causa del patrón de secundarismos” de las mujeres, diferente al de los hombres, indica el informe de la SEFH. Las mujeres tienen un riesgo de 1,5 a 1,7 veces mayor de desarrollar una sospecha de RAM, incluidas las reacciones cutáneas adversas, en comparación con los hombres.

Ante esta situación, las profesionales de la SEFH consideran que “el sexo no debe ser excluido en los análisis realizados, al ser una variable fundamental”.

Actualmente, la situación mejora, pero “aún no se realiza el análisis estratificado de género”, lamentan. Además, según la SEFH, el impacto de las desigualdades de género en el tratamiento de las enfermedades no es abordado en la mayor parte de las investigaciones. Un hecho que las autoras califican de “relevante” al asignar el género determinados estilos de vida.

Investigación sesgada

En 1994, la Food and Drug Administration (FDA) publicó unas recomendaciones para la inclusión de las mujeres en los ensayos clínicos y en el análisis por sexo. El informe de la SEFH señala que “25 años después aún no se han cumplido”, una circunstancia ante la que la European Medicines Agency “no es especialmente sensible”, indican.

Desde el documento, las autoras señalan una serie de circunstancias que han influido en los estudios experimentales, conocidos por ser los diseños más correctos desde la aproximación empírica de la ciencia. La escasas diferencias por sexo, la variabilidad hormonal de las mujeres o las reacciones cruzadas con fármacos ensayados son algunas de las consideraciones a las que hacen referencia.

Asimismo, desde la SEFH señalan que “los estereotipos de género pueden guiar las interacciones entre profesionales y pacientes”. En este sentido, las percepciones profesionales influyen en las necesidades de los pacientes. Esta afirmación arroja nuevas cuestiones sobre las que reflexionar.

Un ejemplo es una mayor tendencia a prescribir analgésicos, con independencia del dolor, y fármacos para síntomas depresivos de baja intensidad en mujeres que en hombres.

Frente a una necesidad sanitaria igual, las autoras destacan sesgos de género en la utilización y readmisión hospitalaria y en la aplicación de procedimientos terapéuticos. Esto sería superior en hombres que en mujeres, así como la demora y espera que sería menor en los hombres.


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