| viernes, 17 de enero de 2020 h |

Decía el escritor y bioquímico ruso, Isaac Asimov, que el aspecto más triste de la vida es que la ciencia reúne el conocimiento más rápido de lo que la sociedad reúne la sabiduría. Y es que, a veces, conseguir alcanzar cierto conocimiento no implica que sepamos cómo utilizarlo o la importancia que tiene el comenzar a aplicarlo. Precisamente esta semana conocíamos dos avances que pueden realmente cambiar el futuro de la medicina. Por un lado, un equipo de científicos de la Universidad de Vermont y la Universidad Tufts, en Estados Unidos, han conseguido elaborar biobots, pequeños robots vivos hechos a través de células de rana que podrían servir como un vehículo novedoso para la administración inteligente de medicamentos o el desarrollo de cirugía interna.

Por otro, científicos del Instituto Sloan Kettering de Nueva York (Estados Unidos), liderados por el investigador español Joan Massagué, han descubierto que las células que inician la metástasis de los tumores aprovechan las capacidades de curación de las heridas para propagarse. Dicho de otro modo: han probado que la metástasis es la curación de una herida que ha salido mal. Unos hallazgos que abren una posible vía para encontrar un tratamiento contra la metástasis.

Estos dos descubrimientos pueden servir como el ejemplo más llamativo de la importancia de impulsar la investigación básica. Porque descubrimientos como estos se traducirán en más supervivencia, calidad de vida o incluso curación. Pero para avanzar hace falta apostar de forma decidida por la I+D. En este sentido, el presidente de Aseica, Xosé Bustelo, lanza una advertencia muy clara: “llevamos diez años estancados, perdiendo capacidad financiera y competitiva”. Aumentar la financiación en investigación debe ser una prioridad de este nuevo Gobierno. Ya lo decía Margarita Salas: “sin investigación básica no hay desarrollo”.

Descubrimientos como los biobots o los orígenes de la metástasis demuestran la importancia de la investigación básica