| viernes, 15 de marzo de 2019 h |

Ahora que nos acercamos de nuevo a la tesitura de múltiples procesos electorales, debería ser el momento de prestar atención, no sólo a las palabras, sino también a los hechos. Las promesas sin dudas son importantes, pero en su justo contexto. Tan importante como la promesa o la voluntad política debería ser la evaluación de la misma. Porque hay promesas que, de tan manidas, pueden llegar a perder su sentido, como una palabra repetida demasiadas veces, si no se asegura su cumplimiento. Y nadie debería perder de vista que, por mucho que se mencione la importancia de ciertos asuntos, nada cambiará si no pasamos a la acción. Y verdaderamente hay cosas que tienen que cambiar.

A la luz del informe elaborado por la Alianza Europea por la Salud Pública (EPHA), los líderes mundiales deberían preguntarse cómo es posible que un objetivo global como es el de la lucha contra las resistencias antimicrobianas, marcada como prioritaria por todos los grandes organismos internacionales, presente a estas alturas tales diferencias de implementación y desarrollo en los planes nacionales. No es una cuestión de falta de voluntad, porque se ha expresado unánimemente y ratificado por todos los estados miembro de esos organismos en varias ocasiones durante los últimos años.

Es preciso, en primer lugar, identificar las barreras específicas que dificultan el desarrollo y la implementación de estos planes. Si es un problema de recursos, habrá que asegurar la provisión adecuada. Si es problema de experiencia, la clave para limar las diferencias podría ser la provisión de asistencia técnica por parte de aquellos países más avanzados, como España, y que además cuentan con el preciado enfoque One-Health en su estructura. Fortalecer el compromiso de todos los agentes y ramas interesadas no es una cuestión de voluntad política. Es una necesidad social, ajena a cualquier otro interés.

Es preciso identificar las barreras que dificultan el desarrollo de los planes nacionales contra las resistencias