Nadie podrá negar nunca la inventiva de la comunidad autónoma de Andalucía en materia de política farmacéutica. Esta cualidad le ha llevado históricamente a liderar políticas clave. Ocurrió con la PPA, donde el liderazgo asumido terminó derivando en las subastas. Ahora, la Junta comienza 2020 con una nueva campanada en la cuestión de cuál es el lugar más idóneo para la dispensación de ciertos medicamentos de Diagnóstico Hospitalario a pacientes ambulatorios, en especial en lo que respecta a la renovación periódica de sus tratamientos.
El programa piloto que se está pilotando en el Hospital Virgen de la Macarena, de Sevilla, da la opción al paciente de elegir cómo desea recibir la medicación: si a través de su centro de salud, o en un centro de su elección, o a domicilio. Y en este proceso, ha dejado vacíos varios de los argumentos que la oficina de farmacia venía esgrimiendo para defender la vuelta de los DH a la botica. Si el programa se extiende —que aún está por ver—, ya no se podrán acusar, para empezar, molestias al paciente por tener que desplazarse al hospital. Tampoco se podrá decir que el hecho de que los DH permanezcan en el hospital es una medida economicista, porque la vía abierta tendrá un coste claro para la Administración andaluza. El proyecto incluso prevé que, en los casos de especial control o difícil administración, una enfermera vaya al domicilio.
Pero aún hay preguntas por responder. ¿Cuánto le costaría a las arcas públicas andaluzas extender este modelo? ¿Podrían las oficinas de farmacia convertirse también en parte de los lugares de elección del paciente? Contemplar esta opción permitiría satisfacer las posturas de todos y daría respuesta al argumento que, a la luz de este piloto, sigue siendo el de más peso de la farmacia: la defensa del modelo de Farmacia, que otorga y reconoce al farmacéutico el papel de custodio y dispensador de los medicamentos.
Andalucía comienza 2020 con una nueva campanada en la cuestión de cuál es el lugar más idóneo para dispensar DH
