| viernes, 19 de enero de 2018 h |

En los últimos años Fitur viene llamando la atención sobre la rentabilidad que se puede extraer del turismo sanitario. Los hospitales privados se han puesto manos a la obra con el objetivo de atraer a este paciente-cliente. Pero no solo despierta interés nuestra atención privada, también genera interés el sistema sanitario público. No olvidemos que un informe reciente de The Lancet situaba a nuestro Sistema Nacional de Salud en el octavo lugar del ránking mundial. Para la Organización Mundial de la Salud estamos en el séptimo lugar. Es lógico pensar entonces el creciente interés.

¿Pero puede el sistema público asumir estos flujos de pacientes? La directiva europea de sanidad transfronteriza obliga a España a atender a los ciudadanos europeos, que se encuentren en España por cualquier motivo, laboral o vacacional. La Unión Europea ya ha puesto en marcha 23 Redes Europea de Referencia, lo que podría ser un impulso para que en los próximos años vayamos viendo un flujo de pacientes entre hospitales de todo el continente.

Los centros privados quieren participar de este flujo de pacientes. Han advertido que suponen una oportunidad de negocio. ¿Pero puede ser un medio de financiación para la sanidad pública tan escasa de recursos en los últimos años? Podría ser en el caso de pacientes extracomunitarios, pero habría que establecer una serie de principios. En esta última edición de Fitur, representantes de instituciones de Oriente Medio y el Norte de África han expresado interés en traer a sus pacientes a España. En el caso de los europeos, la norma implica que tienen los mismos derechos que los propios españoles.

Para la obtención de recursos a través del turismo sanitario, habría que resolver en primer lugar el problema de las listas de espera para consultas e intervenciones quirúrgicas. No es justificable que se pueda adelantar a un paciente porque esté dispuesto a pagar. Tampoco sería razonable que se pudieran establecer dos niveles de atención en función de la capacidad de pago del turista sanitario.

En cualquier caso daría lugar a demasiadas reticencias dentro de uno de los pilares de nuestro estado del bienestar. Por este motivo, el sistema privado estaría llamado a jugar un papel destacado, pero necesita que se le reconozca su espacio dentro de la directiva europea de sanidad transfronteriza.