| viernes, 13 de abril de 2018 h |

Los profesionales médicos acumulan desde el inicio de la crisis una serie de agravios laborales que deben terminar de una vez.

La economía crece y el sistema necesita recuperar su vigor de la mejor forma posible: con unos profesionales motivados que aúpen a la sanidad pública a nuevas cotas de éxito.

Sin embargo, el juego político, la estrategia electoral, los boicots o como quieran los responsables políticos denominar a una falta de sensibilidad total hacia las profesiones médicas y enfermeras se han impuesto a la cordura, el buen hacer y, en definitiva, a la justicia social con dos colectivos que han soportado el peso de la crisis con total heroísmo.

Faltan Ofertas Públicas de Empleo (OPEs) por impulsar, faltan remuneraciones por recuperar y sobran horas a las maratonianas jornadas laborales de los médicos. No hay mayor traba para la mejor empresa pública del país que tener a unos profesionales cautivos en derechos y estresados laboralmente.

Como saben a estas alturas, la profesión médica no pudo celebrar su esperado Foro como hubiese sido deseable. Faltaron todos los consejeros de comunidades socialistas. También faltó el País Vasco, Navarra y Canarias.

Es decir, el ansiado cónclave donde se esperaba ver brotar la ‘fumata blanca’ que diera al traste con los derechos perdidos se convirtió en un Congreso del Partido Popular que no representa hoy por hoy ni un tercio del territorio nacional en cuanto a gobiernos autonómicos se refiere.

Señores consejeros y señora ministra, nadie debería olvidar que la semana pasada se trataba de recuperar derechos laborales y profesionales y no de un nuevo cálculo político como antesala de la estrategia electoral de los comicios del año que viene.

El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Lo que no nos imaginábamos casi ninguno es que quince días después de enfadar con las mismas artes a la profesión enfermera íbamos a vivir idéntico escenario con los médicos. Se equivoca el PSOE y sus consejeros, en primer lugar.

Pero también la ministra parece no tener el liderazgo suficiente para seducir y, posteriormente, coordinar las actuaciones dentro del Sistema Nacional de Salud.