“La biopsia líquida es uno de nuestros tesoros”, apuntan los oncólogos. Una afirmación en la que todos coinciden, pero que muchos, todavía, se tienen que creer. Estos días se está celebrando V Simposio Biopsia Líquida 2020, en Santiago de Compostela. Un encuentro que ya es una cita tradicional en enero y donde todas las comunidades están representadas con profesionales de todo el mapa nacional. Avanzar en sus aplicaciones es el objetivo principal. Sin embargo, quedan muchos nudos por desatar. ¿Cómo está siendo su implementación en la práctica clínica? ¿Es real? Como explica el director de Programas Científicos de la Fundación ECO, Carlos Camps, “no tenemos datos del porcentaje de utilización de la biopsia líquida en los distintos hospitales”. Sin embargo, todo apunta a que es desigual.

En los últimos años, entidades como la Sociedad Española de Oncología Médica, la propia Fundación ECO, y muchos de los oncólogos de nuestro país advierten de la necesidad de incluir en la cartera de servicios esta tecnología. Un avance que es útil para la caracterización del tumor en estadios precoces; para el análisis y detección de la enfermedad mínima residual; así como para la identificación de dianas terapéuticas y el análisis de los mecanismos de resistencia. Hay que tener en cuenta que las técnicas convencionales, la biopsia tradicional, tiene algunas limitaciones como que muestran el tumor, pero no todo el sudoku de alteraciones tumorales. En este escenario, surge la biopsia líquida y, asegura Carlos Camps, “tenemos la obligación de ser rápidos adaptadores de esta nueva estrategia de diagnóstico”.

Más allá del esfuerzo que hay que hacer para que la Administración conozca y teste el avance que supone para que la introduzca en la práctica asistencial, existe también la necesidad del convencimiento de los profesionales para que la lleven a cabo. Es algo, dicen, que no está interiorizada culturalmente. “Los clínicos se olvidan de esta posibilidad”, advierten.

¿Será el 2020 el año en el que la punta de lanza de la medicina de precisión se instale como parte activa de la práctica clínica? Otros países ya se convencieron, falta que España de un paso decisivo. Santiago de Compostela, en esta ocasión, no es el final de este camino. Solo es el principio.