Ya existen datos, con cifras, de lo que supone el retraso en el tratamiento del cáncer. Recientes estudios muestran que un retraso de 4 semanas incrementa entre un 4-8 por ciento el riesgo de muerte.

Hace unos días, la Sociedad Española de Oncología Médica cifraba también el retraso en el diagnóstico de nuevos pacientes con cáncer debido a la pandemia. Según advirtieron con una tasa de diagnóstico menor, a los oncólogos les preocupa si los tumores van a llegar en estadios más avanzados, o si van a llegar. “La actividad diagnóstica se ha reducido porque la emergencia del COVID se comporta como un agujero negro que absorbe recursos humanos, terapéuticos, tecnológicos y técnicos y esta situación deben revertirse”, explicó Álvaro Rodríguez-Lescure, presidente de SEOM.


Más cifras. Las estimaciones realizadas por Redecan y SEOM están basadas en datos previos a la pandemia del COVID-19. “Partiendo de esta premisa, sabemos que el número de nuevos casos de cáncer se incrementará en los próximos años. Al continuo aumento de nuevos casos que hemos constatado, habrá que sumar el retraso del 21 por ciento de nuevos casos no diagnosticados durante la primera ola de la pandemia”, apuntaba Rodríguez-Lescure, y el presidente de Redecan, Jaume Galcerán.
Por todo ello, desde SEOM se ha puesto de manifiesto la necesidad de destinar los recursos necesarios, tanto humanos como técnicos, tecnológicos y diagnósticos, para evitar retrasos de nuevos casos de cáncer y pérdidas de oportunidad de curación en los pacientes con cáncer.
Lo que parece claro es la repercusión de la pandemia en la agenda no COVID y en este caso concreto en los pacientes con cáncer. Es lo que el propio presidente de SEOM califica como “el drama del limbo diagnóstico”. Un limbo que, dice, considera que sigue pasando y se va agravando.
Los motivos son varios: el miedo a acudir a los hospitales, la demora en la atención primaria, la demora en los otros especialistas, las cancelaciones y parálisis de la actividad quirúrgica y, obviamente, la absorción de recursos humanos y diagnósticos que acaban en un sistema colapsado porque no da más de sí para atender todo lo que tiene que atender, COVID y no COVID”.
Con un país inmerso en cifras parece más que razonable la preocupación que muestras sobre este asunto los especialistas. No hay excusas para demorar la situación y las posibles soluciones están a la alcance de los decisores. Europa ya ha dado el paso al frente con el Plan contra el Cáncer, que tiene además dos pilares: la prevención y el diagnóstico. En España quizá sea también el momento de salir de ese limbo.