Con los Presupuestos Generales del Estado para 2021 encima de la mesa, nuestro país afronta una segunda ola de COVID-19 con prioridades indiscutibles: la atención primaria y vacunación. Si los planes del Gobierno salen bien, el Ministerio de Sanidad destinará 1.089 millones de euros al desarrollo del Marco Estratégico de Atención Primaria y un total de 1.011 millones de euros como “gastos de funcionamiento” en la vacunación frente a la COVID-19.
No hay que perder de vista que el plus real serán las ayudas europeas que se destinarán a reforzar los puntos débiles del sistema sanitario. Es decir, el primer nivel asistencial y todas las estrategias que deba llevar a cabo la atención primaria como es el caso de la inmunización.
Estos programas europeos permitirán recuperar también planes en standby como el de cáncer o la revisión de la Estrategia de Salud Mental. Ambos proyectos que requieren de un impulso porque la COVID-19 está dificultando en cierto modo estas áreas y su abordaje.
En este nueva etapa, con la Sanidad entre las prioridades de primer orden, conviene no perder de vista la calidad en la atención al paciente. Si algo ha puesto de manifiesto esta segunda ola, —tras la experiencia de marzo y abril— es que a pesar de que la COVID-19 sea una realidad es necesario no dejar de lado otras patologías. Los daños colaterales de este virus han sacudido de forma abrupta el abordaje de numerosas enfermedades. Ya van apareciendo cifras y datos alarmantes de retraso en el diagnóstico de pacientes con cáncer; o de pacientes que acuden a consulta con enfermedades avanzadas.
En todo este escenario juega un papel fundamental la información al paciente. Algo que debe ser un pilar fundamental por encima de cualquier pandemia. Los profesionales son conscientes de ello y trabajan para que sea así. Basta ver el ejemplo del Hospital Universitario Vall d’Hebron, que hace unos días recibía la primera acreditación en información al paciente con hepatocarcinoma.


Con todo esto, la gestión económica de esta pandemia debería servir también para apuntalar estos cimientos indispensables en práctica clínica. No hay dudas de que la calidad asistencial es el buque insignia de nuestro sistema sanitario. Los hospitales han demostrado que, pandemia aparte, es una obligación. Así lo pondrán de manifiesto los Premios Best in Class 2020. Unos galardones que cada año demuestran que la excelencia hospitalaria es un acicate de mejora. Este año, más que nunca, es necesario poner en valor todo ese esfuerzo que se está haciendo y que en cierto modo reflota nuestro sistema sanitario cada día.