No es una cuestión circunstancial ni temporal. Debemos asumir que la Covid-19, como problema de salud pública, va a estar de manera permanente durante muchos años en las prioridades sanitarias de los países. La cuestión es si actuamos de la manera adecuada ahora y anticipamos los cambios necesarios, o si confiamos en que el problema se resolverá en 12 o 24 meses, engañándonos a nosotros mismos y a la sociedad entera. La alternativa es establecer los marcos regulatorios y asistenciales que necesitamos.

La vacuna es relevante, pero no definitiva

No voy a echar un jarro de agua fría a todos los que esperamos con ansia la vacuna contra el SARS-CoV-2. Pero hasta que tengamos una o varias que puedan producirse, distribuirse y administrarse de manera general, deberemos esperar a 2022 y más allá. Mientras tanto, debemos trabajar en escenarios donde la normalidad no va a llegar, y donde hay que cambiar las reglas del juego. Nos ha tocado vivir una época que no podíamos haber imaginado: actuemos en consecuencia.

Lo primero, las decisiones de país

No podemos vivir con la amenaza de un estado de alarma permanente que nos lleve a un confinamiento total. La decisión de confinar un país, o de hacerlo según se opine y se imponga de una manera centralizada, no es una solución. Además, no hay evidencia científica de que un confinamiento duro, como el sufrido en Marzo en España, haya sido más eficaz que otras medidas en la contención de la pandemia que han resultado menos agresivas. La duda sobre la necesidad de una medida tan restrictiva como la implantada en Marzo es compartida por Gobiernos autonómicos de distintos signo, como Madrid o Cataluña.

“No estamos hablando sólo de lo que está ocurriendo ahora, sino del problema que se repetirá dentro de un año. Debemos ser capaces de anticiparnos.”

La decisión de Núñez Feijoo en Galicia, respecto a proponer cambios con rango de Ley para evitar los inconvenientes de una coordinación fallida, es una buena iniciativa. Tampoco podemos dejar la evaluación de las medidas de salud pública en el ámbito judicial. No estamos hablando sólo de lo que está ocurriendo ahora, sino del problema que se repetirá dentro de un año, y también antes. Debemos ser capaces de anticiparnos. El Parlamento gallego votará una propuesta que se encuentra “avanzada” para remitir al Congreso de los Diputados como Proposición de Ley.

Y por supuesto, la Atención Primaria

Sabemos cómo evitar los contagios: identificar, aislar y tratar. Al hacerlo, el personal sanitario debe estar protegido y con recursos. Y ese personal debe estar lo más próximo a los pacientes, en la atención primaria. Preservar la atención hospitalaria para los casos que lo requieran sólo se puede conseguir desde una Atención Primaria (AP) con recursos. No se trata de incrementar sólo la capacidad en camas hospitalarias o de UCI, sino de evitar el colapso hospitalario desde una AP eficaz en su cometido. La petición de la AP realizada por Semergen, Semfyc y Semg, con el apoyo de Facme, resulta crucial para lo que, sin ninguna duda, obliga ya a transformar la atención sanitaria. Ignorar esto es un grave error de consecuencias desproporcionadamente graves.