La Neurología española debe ser internacional

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Por David García Azorín, vocal del Área Internacional de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Neurología.

En el mundo científico, el peso de cada nación no va ligado a su tamaño geográfico o a su población, sino a la producción y contribución científica. Es por ello que España debe luchar por apoyar a sus líderes de opinión internacionales y favorecer la presencia de neurólogos españoles en las distintas sociedades científicas.

Nuestras principales barreras son la dificultad para compaginar la intensa actividad asistencial con la labor investigadora, la precaria financiación de la investigación, la falta de ayudas para la asistencia a reuniones y congresos internacionales y la timidez innata que muchos padecemos para hablar en una lengua distinta del Castellano.

Los neurólogos españoles no pueden amilanarse por tener que presentar, discutir o escribir en inglés. La experiencia clínica de la mayoría de nuestros neurólogos supera con creces la de nuestros colegas foráneos y esto debe darnos la confianza para hablar de tu a tu a nuestros colegas.

El gran desarrollo que ha vivido nuestra especialidad en los últimos años y la notable divergencia de conocimiento teórico y práctico de las distintas subespecialidades que la conforman hace que el tiempo necesario para aprender los conceptos más básicos se haya incrementado.

Los cuatro años que dura la residencia de Neurología actual son a todas luces insuficientes y hemos de aspirar al estándar europeo de cinco años de residencia y, por qué no, empezar a pensar en desarrollar programas de formación avanzada tipo Fellowship como el resto del mundo ya está realizando.

“La experiencia clínica de la mayoría de nuestros neurólogos supera con creces la de nuestros colegas foráneos y esto debe darnos la confianza para hablar de tu a tu a nuestros colegas”

La Neurología es una de las especialidades que ha vivido un mayor desarrollo, no obstante, todos esperamos que algunas de las principales enfermedades neurológicas, causantes de gran discapacidad a la población, encuentren tratamientos curativos o que modifiquen su evolución.

El esfuerzo económico y de investigación que requiere el abordaje de enfermedades neurodegenerativas, inmunomediadas o cerebrovasculares, entre otras, sólo puede acometerse en el seno de grandes consorcios de investigación, accediendo a fondos de financiación internacional. 

En este mundo en el que vivimos, el peso científico se mide por la producción científica. En España debemos de promover la divulgación del conocimiento generado entre nuestras fronteras, tanto en castellano como en inglés, potenciando el impacto científico y la repercusión de los nuevos aportes.

El ritmo al que se extienden e instauran los nuevos avances adolece de ser pausado. Nuevas fórmulas de comunicación y la investigación ligada a la ingeniería e informática son dos estrategias para adecuar la Neurología al presente y  prepararla para el futuro.

No debemos olvidar a Latinoamérica, pese a la distancia geográfica, nuestra lengua común y nuestro vínculo cultural debería favorecer el intercambio de conocimiento y personal.

La presencia de colegas iberoamericanos en nuestros hospitales como rotantes o residentes es frecuente, pero no hemos de olvidar que muchos de sus hospitales son centros de referencia y excelencia, y que sería mucho lo que podrían enseñarnos a nosotros y nuestros residentes.

Queremos tender puentes con Iberoamérica, favorecer la colaboración en investigación y fomentar la presencia de unos y otros en los distintos congresos regionales.

Es motivo de orgullo para los neurólogos españoles el haber roto el dogma de que Neurología y cooperación no tienen cabida, de hecho, tras varias experiencias puntuales en países como Camerún, Liberia, Costa de Marfil o Ghana, se ha creado dentro de la Sociedad Española de Neurología (SEN) un comité de Neurocooperación para favorecer la participación de los neurólogos en actividades e iniciativas de esta índole.

La patología neurológica es si cabe más prevalente en países en vías de desarrollo y, pese a la escasez de recursos, los pocos existentes todavía pueden ser optimizados.