Las fases por las que atraviesa una epidemia son objeto de análisis en una editorial publicada hoy en New England Journal of Medicine. Una primera de protección de intereses económicos, le sigue el reconocimiento de la urgencia de la situación y, finalmente, el pánico.

The New England Journal of Medicine publica hoy una editorial firmada por David S. Jones que reflexiona sobre lo que sabemos de las pandemias y no sabemos del Covid-19. El SARS-CoV-2 que provoca la Covid-19 es algo que se esperaba “como no se habría de ver en los últimos 50 años”. Y ya está aquí. Las enfermedades infecciosas van a continuar retando a la humanidad, y en España es una vergüenza que los infectólogos sigan sin ser una especialidad.

Infectólogos, urgenciólogos y otros especialistas

También los urgenciólogos siguen sin tener su especialidad reconocida. Mientras tanto, todos se juegan la vida; intensivistas, neumólogos, internistas y el resto de mujeres y hombres sanitarios. También los médicos de familia están desbordados asumiendo la atención que no es posible desarrollar ahora en los hospitales. Y el personal de enfermería que acompaña a todos estos especialistas.

Las Urgencias están siendo atendidas con turnos eternos y recursos que pueden no ser suficientes en estos momentos.

Es la hora de la solidaridad, y reconocer el mérito de mujeres y hombres sanitarios que están en primera línea de batalla. Es necesario reunir todos los recursos necesarios y ofrecerles protección, a todos los niveles.

¿Protegemos de manera adecuada a los médicos que están atendiendo a los enfermos? Las compañías de seguros médicos deben responder con su coberturas, y atender también las bajas laborales del personal sanitario. Es hora de asumir la debida responsabilidad de muchos proveedores del sector. Lo seguiremos de cerca, sin duda . Una crisis pone en valor lo que es realmente importante tanto como desvela la incapacidad o la falta de compromiso.

Es necesario poner recursos del Estado para que los profesionales luchen contra el virus SARS-CoV2. En España y en el mundo, son muchas mujeres y hombres que atienden a estos pacientes y los miran a los ojos.

Se ponen en riesgo para salvar a los pacientes, a muchos les alcanza el Covid-19 y a algunos les cuesta la vida, como se ha visto en China. Es necesario proporcionar seguridad, recursos y apoyo a los médicos que afrontan en primera línea esta pandemia de Covid-19.

Las etapas de una pandemia

El contexto es importante, asegura Davis. Los historiadores analizan cómo responden las sociedades las crisis. Existe un arquetipo de etapas de una pandemia. En una primera y sutil fase, las sociedades reaccionan protegiendo los intereses económicos y políticos, ignorando datos concretos. Esto ocurre hasta la aceleración de la epidemia, el incremento de los contagios y las muertes. Entonces es cuando entramos en una segunda fase de reconocimiento.

En esta fase las personas reaccionan exigiendo explicaciones. Dentro de este contexto se puede situar la propia advertencia de la OMS que, tras declarar la pandemia, advierte que “los países no se lo están tomando en serio”. Quizás la OMS debería haber declarado la pandemia antes y los países no habrían dejado para más adelante decisiones que ahora insisten deberían haber anticipado.

Los profesionales sanitarios están en primera línea de batalla cada día.

La tercera fase es la consecuencia de reclamar explicaciones, que coincide con el pánico generalizado de los ciudadanos. Esta fase puede ser tan dramática y perturbadora como la propia pandemia, asegura Jones.

Las epidemias presionan a las sociedades que atacan

El autor cita el artículo de Rosemberg ”¿Qué es una epidemia? La perspectiva histórica del Sida” (Daedalus, 1989) y afirma que las epidemias presionan a las sociedades que atacan. En España, el sistema sanitario está sometido a una prueba de estrés brutal. Algunos pondrán en tela de juicio si estamos preparados para algo así, pero la realidad es que nadie lo está. Sin duda alguna, España está mejor preparada que nuestros vecinos europeos, por una sencilla razón: la cobertura universal facilitará que no se queden enfermos sin ser atendidos. Eso es una ventaja que se puede poner en valor. El problema es si el sistema se satura, se desborda y entra en colapso. En estas circunstancias, no será posible beneficiarse de la ventaja de la cobertura poblacional en España. Al menos, no como deberíamos.

Promesas y predicciones

Continúa Jones con su análisis de las epidemias, a cuenta de la historia de algunas muy famosas. La realidad es que las promesas de las autoridades pocas veces se cumplen, asegura. El Sida sigue sin curarse, desde que en 1996 se dispuso de la primera terapia antirretroviral. Pero también la vacuna contra la viruela tardó 180 años en hacerse posible desde que se descubriera su tecnología. Y la penicilina pudo acabar con la sífilis antes, pero el miedo a “incrementar la promiscuidad” impidió su mayor uso.

Volviendo a China, Jones reflexiona sobre lo habitual de una pandemia que emerja en el continente asiático de nuevo, sobre el hecho del silencio de las autoridades durante un tiempo. Pero la respuesta de China ha podido facilitar el retraso de la transmisión mundial de la pandemia.

Lecciones aprendidas

La frase “sólo sé que no sé nada” atribuida a Sócrates es una buena forma de resumir la situación. Ha habido pánico por falsas pandemias de gripe H1N1 en 1976, 2006 y 2009. SARS-Cov-2 ha matado a casi 5.000 personas en el mundo a día de hoy. En China habrán muerto sólo de cardiopatía isquémica más de 5.000 personas en este periodo, afirma Jones.

Los líderes políticos y la sociedad en su conjunto (sociedades científicas e instituciones profesionales sanitarias en España) deben valorar los riesgos, tomar las medidas proporcionadas a la magnitud de la crisis y actuar con sabiduría, concluye el autor de Harvard Medical School.