Por qué somos médicos…

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Por Rafael Ortega, médico de atención primaria.

Todavía no tengo muy claro en qué momento exacto decidí emprender la aventura más apasionante que puede emprender un ser humano. No es atravesar el Amazonas, tampoco llegar a Marte, es llegar a conocer al hombre en toda su profundidad del ser y de existir, y poder ayudarle cuando más falta le hace.  Cuando la enfermedad de cualquier tipo merma sus capacidades… en definitiva, ser médico.

Recuerdo la inquietud y la curiosidad que me generaba el conocimiento de la naturaleza desde muy pequeño. Veo como si fuera hoy, como mis padres me estimulaban sin perder ocasión, con mucha paciencia -yo era muy inquieto y posiblemente, un niño hiperactivo- y un amor infinito, para empezar el camino qué he seguido hasta hoy. Mi padre Rafael gran médico, consiguió transmitirme la emoción y el sentimiento de esforzarme y ser mejor para poder dar a nuestros semejantes que estaban sufriendo afectados por una enfermedad, el mejor tratamiento. Y cuando digo, esto me refiero a la totalidad del ser humano. Desde la biología molecular a la cirugía robótica más sofisticada, desde el llanto de un neonato a la complejidad de la enfermedad emocional más grave…

Durante el camino me he encontrado con todo tipo de experiencias gratificantes y sinsabores difícilmente descriptibles. He percibido los sentimientos más sublimes y los más perversos del ser humano. Sobre todo destaco la generosidad de mis maestros, a quienes nunca les voy a poder devolver el favor tan grande de enseñarme, y la paciencia de mis alumnos, a quienes en su primera guardia de UVI móvil siempre les decía con una sonrisa…” se puede dar el caso en que tú tengas que asistirme a mi, tienes que estar tan preparado como yo, o más”…

Al poco entraba el primer aviso… el paciente se complicaba y yo les dejaba actuar, incluso sometiéndoles a presión… cuando las cosas se ponían feas, en ese momento les ayudaba y resolvíamos satisfactoriamente… eran momentos críticos, pero inolvidables… ahora sé que cualquiera de ellos podría venir a por mí a ayudarme en los momentos más difíciles…

Creo que si miramos un poco a nuestros colegas médicos que optaron por el mismo camino, con sus diferentes sendas, el motivo principal de nuestras vidas coincide.

Está motivación, está emoción, es posiblemente uno de los sentimientos más libres que hay en el ser humano. Es por lo que desde el primer hombre que hizo una cura con plantas, muy posiblemente en los anales del homosapiens, hasta el último Premio Nobel de Medicina, el motivo último siempre ha sido el mismo. Ayudar a aquel que tiene dañada su salud, qué es el bien más preciado. Es por ello que la medicina nunca debe alejarse de su esencia. Es por ello que los médicos nos necesitamos unos a otros. Es por ello qué siendo este el fin último de nuestra vocación, la mejora de la salud de nuestros semejantes en todos sus aspectos, debe ser el timón de proa de todos nosotros de forma individual y de forma colectiva.

Cuando veo cuando veo que en esta vocación interfieren otro tipo de intereses me hierve la sangre. Como a mí, a la práctica totalidad de mis colegas. Cuando la historia nos ha demostrado cuánto se puede alejar la medicina de su bien último hemos llorado colectivamente. Cuando vemos las injusticias que se han cometido con aquellos de los nuestros, en los que incluso la Justicia de ese tiempo ha llegado a llevarlos a la hoguera, nos entra un sentimiento de rabia interior difícilmente descriptible. Y esto nos refuerza a luchar por mejorar todavía más, y que estas cosas no vuelvan a ocurrir.

Cuando vemos que el Colegio de Médicos de Madrid se ha doblegado al poder político pasando por encima de los intereses de los médicos y por ende, influyendo directamente en la salud de nuestros pacientes, a muchos nos hierve la sangre. Por eso creo que este es un momento decisivo en el que todos los médicos que decidimos iniciar el camino de la aventura más grande del ser humano y tenemos en la esencia nuestra vida mejorar la salud de nuestros semejantes, en toda su dimensión, especialmente en la emocional, tenemos que ir a votar y liberar nuestra profesión de todo aquello que se escape a nuestra razón de existir.

El día 17 de septiembre podemos retomar esta decisión trascendental en nuestras vidas, o quedarnos en la inmovilidad, y dejar qué poco a poco nuestra profesión se distancie cada día  mas lejos de su esencia.