Aspectos éticos en una situación de pandemia

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Por Antonio Alarcó, Catedrático. Dr. Ciencias de la Información y Sociología. Senador. Portavoz de Sanidad del PP.

Si una pandemia es la afectación de la enfermedad infecciosa de los humanos a lo largo de un área geográfica extensa (y en este caso es vírica: coronavirus) de un virus nuevo que no se conocía previamente, esto implica que no hay población inmune a él y que es capaz de producir casos graves de enfermedad y de trasmitirse de personas a personas de forma eficaz. Efectivamente estamos entonces ante una gran pandemia producida por un virus (conoravirus SARS-COV-2). De este modo, parece que proviene de un animal (zoonosis), y que se propaga de animal a animal, y de animal a hombre, con una trazabilidad 1:4, que le hace ser absolutamente virulento en la expansión (exponencial). Se trasmite así como vector al hombre. Si no se toman medidas de forma precoz, produce un colapso de los Sistemas Sanitarios y afecta gravemente a la morbimortalidad de los ciudadanos.

En estos momentos estamos ante ese caso como una de las pandemias más graves de la historia reciente. Todo ello comporta una problemática global que pone a prueba la salud también global y la capacidad de los sistemas sanitarios y a todos sus profesionales, poniéndoles a límites muy duros. Lo que hace que surjan problemas éticos muy importantes y que requieren de medidas extraordinarias que obligan una vez más a protocolos con evidencia científica muy claros y prefijados.

Por ello, cuando los criterios políticos se sobreponen a los criterios científicos se cae en irresponsabilidad muy serias de consecuencias dramáticas como ha ocurrido y sigue ocurriendo en la pandemia.

La realización de “prueba-error” es éticamente poco presentable, porque puede tener consecuencias muy serias sobre la vida de los ciudadanos. Así mismo, la no aplicación de los criterios científicos de pandemia, como ocurrió el 8-M ( eventos, aeropuertos incontrolados, religiosos, carnavales, actividades deportivas, lúdicas etc.,…) hizo que una bomba biológica contribuyera, a que existiera un nivel de contagio masivo a la vez que una carga vírica insoportable a muchos cientos de miles de ciudadanos que colapsó el Sistema Sanitario de forma brusca con una morbimortalidad altísima.

“Es evidente que todas las medidas que se adopten tendrán que ser presididas por principios de equidad, no discriminación, justicia, solidaridad, proporcionalidad y transparencia. En este sentido resulta también imprescindible la reevaluación de los criterios orientativos o perceptivos adoptados a la luz de los cambios que se produzcan en la evolución de la pandemia”. Como sigue diciendo el Prof. Carlos María Romeo Casabona, Catedrático de Derecho Penal y Genoma Humano, y director del grupo de trabajo para el informe de aspectos éticos de situaciones de pandemia que se emitió oportunamente al mando único y al Ministerio de Sanidad del Gobierno de España: “La escasez de recursos temporales o duraderos puede exigir el establecimiento de criterios de priorización de acceso a los mismos, lo que se hará con base de criterios objetivos, generalizables, transparentes, públicos y consensuados, sin perjuicio de valorar también los aspectos singulares e individuales que presenta cada persona enferma por el virus”.Concluye el profesor y su equipo de trabajo.

“La ÉTICA no puede dejarse de lado en una catástrofe de Salud Pública”

Como docente (Catedrático Jefe de Cirugía) opinamos que  ante grandes catástrofes, que se estudian de forma sistemática de las materias impartidas en nuestras facultades y en el Máster Universitario de Urgencias que dirigimos desde 1996, hay que ceñirse siempre a protocolos establecidos con evidencia científica y que de ninguna manera la exclusión de asistencia debe ser por la edad. La edad no es un criterio clínico para la selección de pacientes. Esta hoy no es un criterio valido, ya que de lo que se habla es del índice de fragilidad donde la edad es un ITEM entre varios, que hace que su peso específico sea bajo. En definitiva, se puede tener edad avanzada (nunca viejos) y tener mucho menos fragilidad que un paciente de poca edad. Todas las edades del hombre tienen que ser protegidas por igual, ya que todos forman parte de un proyecto vital y ninguna más importante que la otra. La edad es una circunstancia temporal de una globalidad de vida.

Somos de los que pensamos y afirmamos que la ÉTICA no puede dejarse de lado en una catástrofe de Salud Pública, como es una pandemia, es más: “es necesario dejar claro orientaciones éticas y evitar presiones  de los responsables de tomar decisiones”.

En su amplio y preciso informe el Prof. Carlos María Romeo Casabona, propone criterios generales aplicables, que en una pandemia como el coronavirus, compartimos enteramente y que ayuda a clarificar mucho las actuaciones éticas necesarias (estamos siendo meros trasmisores):

1- No discriminación por ningún motivo. 2- El principio de máximo beneficio y la recuperación de vidas humanas debe compatibilizarse con la continuación de la asistencia individualizada en cada paciente. 3- Gravedad del estado general del paciente que evidencia la necesidad de cuidados intensivos. 4- Expectativas objetivas de recuperación del paciente en el corto plazo a su estado previo de salud.

“Una sanidad sin ética no es sanidad”

Creemos que el mantenimiento y exigencia de un protocolo ético para la situación de pandemia es de obligado cumplimiento y como ciudadano, profesor, sanitario y político lo exigimos como ética y evidencia científica de obligado cumplimiento.

Una sanidad sin ética no es sanidad y se debe tener siempre en cuenta tanto los profesionales como los responsables políticos, sin excepción. Aquí la noble actividad de la política no debe de tener cabida.

Seguimos practicando el humanismo activo que nos mueve y seguiremos luchando para no dejar a nadie atrás. No hay mayor satisfacción que la satisfacción del deber cumplido sin esperar nada a cambio.

Nuestro más sentido pésame a las familias de las victimas de la pandemia que han fallecido en soledad. Nunca les olvidaremos.